Teosofía, palabra que etimológicamente significa sabiduría divina , es más que un término abstracto, implica un modo de ver y experimentar la vida, orientado por una búsqueda espiritual que le dé a ésta un sentido trascendente. El arte es una disciplina que conduce al artista por un camino menos materialista, guiado por la inspiración. Intentaremos, de acuerdo a estos conceptos, relacionar el arte con la búsqueda espiritual y nos detendremos en Nikolai Roerich, artista y teósofo ruso, cuya vida y obra ha sido ejemplo de esta conjunción.
Nuestra intención es mostrar como el ejercicio del arte influye positivamente en el individuo y en su relacionamiento con el medio, debido a que suele producirse un cambio de perspectiva, respecto a la realidad de la vida, en quien intenta su práctica. La creatividad expresada a través del arte puede convertirse en alimento para el alma y cambiar los objetivos puramente materiales por otros menos egoístas, más cercanos al bien general.
Aquello que percibimos, experimentamos o pensamos es apenas la capa superficial de la Realidad , menos que la punta de un iceberg (o témpano de hielo). Debajo de la superficie no solamente todo está conectado entre sí, sino que también está conectado con la Fuente de Vida de la cual provino.
Por ejemplo, si lográramos observar una flor sin etiquetas que la encasillen, que la definan de antemano como algo ya visto, tendríamos una experiencia nueva cada vez, con la sensación de descubrir algo diferente que despertaría nuestro asombro y que produciría de esa manera, una comunicación entre su esencia y nuestra esencia. Hay seres que no solo experimentan esta vivencia, sino que pueden transmitirla a otros, es el caso de aquellos artistas que logran emocionar.
Si bien todos tenemos la semilla del artista en nosotros, indudablemente hay seres privilegiados que son capaces de expresar con naturalidad a través de su obra, lo que su alma pregona, por eso hemos elegido, en esta ocasión, a Nikolai Roerich, quien tuvo una obra tan prolífica como diversa, en la cual manifiesta su propósito de trasmitir a la humanidad un enfático llamamiento a vivir en el amor.
Todos conocemos, ya sea por experiencia personal o porque alguien nos lo ha contado, de esa necesidad, frecuente en los seres humanos, en algún momento de la vida, de ir al encuentro de su verdadera esencia, de aquello que los conecte con la divinidad y les permita trascender lo superfluo, al comprender con el tiempo que lo material solo brinda insatisfacción. Es este anhelo el que impulsa la búsqueda del sendero espiritual y algunos vemos al arte como una herramienta a tener en cuenta, porque puede convertirse en un instrumento valioso en esta búsqueda, pues el desarrollo artístico promueve el contacto con la belleza, lo que coopera en la modificación positiva del entorno. Los colores, los sonidos, las formas afectan la fuerza mental, así como la vitalidad espiritual, ejerciendo gran influencia en las personas.
¿Cómo definimos arte ?
La palabra arte viene del latín ars, artis y comúnmente se la califica como una actividad creadora del ser humano, mediante la cual produce una serie de objetos ( obras de arte ) que son singulares, con una finalidad principalmente estética o también comunicativa, por cuyo medio se expresan ideas, emociones, o sea, objetos que muestran una visión del mundo a través de diversos recursos: plásticos, lingüísticos, sonoros o combinados entre sí. La diversidad de recursos solo dependerá de la propia creatividad del artista.
¿Cómo relacionar el arte con la búsqueda espiritual?
Si estamos de acuerdo en considerar al arte como una forma de expresión creativa, orientada fundamentalmente por la búsqueda de la belleza y considerar a su vez que el concepto belleza lleva implícito en sí mismo el equilibrio, la armonía, se puede entonces establecer un paralelismo entre la actividad artística y la búsqueda del sendero espiritual. Ambas son el resultado de una tarea individual, innovadora y creativa dirigida al encuentro de un lugar en el universo, donde el buscador descubre un vínculo armónico que lo conecta con lo natural y que lo transforma en partícipe activo y consciente en el cumplimiento de la “Ley de Armonía” , ley fundamental que rige a todo el universo.
Las enseñanzas esotéricas nos dicen que el individuo está compuesto por varios niveles de energía, de los cuales el cuerpo físico es solo uno de ellos, el más denso. La sensibilidad por el arte colabora favoreciendo la conexión con esos vehículos o niveles de energía más sutiles, lo que a su vez, como consecuencia, puede despertar la necesidad de una purificación del cuerpo físico, por ser éste el vehículo que transporta las impresiones a los niveles más sutiles. El hecho de lograr una textura más fina del cuerpo físico, redundará en pureza y delicadeza en los cuerpos menos densos, ampliando la fuerza creadora del individuo y su aporte al mejoramiento del medio en que se mueve, es decir, a su relación con el mundo.
Si bien no puede negarse que han existido y existen artistas dotados de cuerpos groseros, capaces de ser creadores de arte y que la conducta de los individuos no siempre está en concordancia con las leyes de la Naturaleza , esto no invalida la ley general que señala que de la armonía del cuerpo físico depende la delicadeza de los sentimientos y de éstos dependen las disposiciones artísticas del individuo. Por tanto, a mayor refinamiento se desprenderá mayor belleza creativa, pues la pureza, aparte de su connotación en el plano moral y ético, induce a la correcta apreciación de la belleza y al encuentro con la armonía. Este concepto coincide con la máxima que dice: ‘Mente sana en cuerpo sano', que todos hemos oído alguna vez y que pertenece a Juvenal, poeta latino del siglo I (60 -130).
Esto no significa que todo artista se convierte en un buscador de verdades trascendentes por el simple hecho de poseer sensibilidad creativa, sino que quiere decir que hay ciertas semejanzas en sus recorridos que posibilita su aproximación a la búsqueda espiritual. Tampoco significa que el fruto de la experiencia creativa, desde este punto de vista, tenga como referencia la aprobación que pueda lograr ante los demás individuos, porque aquí no entra en consideración el llamado éxito o fracaso, según parámetros sociales.
Al igual que aquel que busca el verdadero sentido de la vida, el artista busca respuestas y en su intento de llegar a ellas plasmará en su creación los logros alcanzados, tratando de expresar en el plano material a través de su obra, el resultado de su búsqueda en otros niveles de la realidad, obra que además de producir cambios en su creador, estará modificando también su entorno. La búsqueda espiritual implica la tarea de crear el camino que conduzca a la transformación de quien la emprende. En ambos casos se da una elaboración alquímica en el individuo.
Las personas creativas están más cerca de entender el fenómeno existencial, por contar con una perspectiva más abarcativa, a diferencia de una mente concreta que sólo admite razones materialmente palpables. El tránsito hacia la concreción de la obra creada, así como el efecto que su resultado produce en quien la realiza, puede llevarlo a establecer esa conexión con aquello que la razón no alcanza a comprender, con esos mundos sutiles, más espirituales. Reiteramos que evidentemente, nada en este devenir, está vinculado al reconocimiento ajeno, que en ningún momento tiene participación en ese proceso.
De la misma manera que en el desarrollo evolutivo de la vida a nivel general, se va incrementando gradualmente la sensibilidad, partiendo de los minerales hasta llegar a los seres humanos, en adelante, la razón será superada por la intuición y el arte puede ser de gran ayuda en este sentido, porque contribuye al desarrollo intuicional de los individuos.
El arte tiene la cualidad de conducir a la percepción del Todo, ese Todo contenedor del cual el individuo solo es una parte infinitesimal, al que pertenece y está unido. En los momentos de inspiración el egocentrismo humano tiende a perder fuerza, llegando a producir una expansión de conciencia en el artista, lo que equivale a una experiencia espiritual.
Todos tenemos alguna aptitud determinada para el sentimiento y expresión del arte , motivo que debería ser suficiente para que cada uno de nosotros emprenda el desafío de buscar y encontrar su veta artística y así dar vuelo a su poder creativo, dando una oportunidad a que la imaginación se manifieste. El desarrollo del espíritu divino en el hombre, puede recibir un gran impulso trabajando desde esta área.
Se comprende entonces, de acuerdo a los conceptos antes mencionados, que como contribución al proceso evolutivo de la humanidad, es por tanto necesario incentivar la práctica del arte en cualquiera de sus expresiones, promoviendo dentro del ámbito educativo una participación más activa en este campo, sobre todo en edades tempranas, etapa donde la receptividad del ser humano es amplia y todavía no ha sido contaminada por los apegos y condicionamientos que con el transcurrir de la vida se van adquiriendo.
La valía del arte es indiscutible, a lo largo de la historia, voces de seres altamente desarrollados se han oído en su favor.
Platón, filósofo griego del siglo V A.C. dijo: “El arte es la capacidad creadora del ser humano.”
Giordano Bruno, filósofo y poeta italiano del sigo XVI, que también fue monje benedictino, veía al arte como un producto de la inspiración, sin normas ni aprendizaje. Según su pensamiento existen tantas expresiones artísticas como artistas.
Giordano Bruno consideraba a la Creación como infinita, sin centro ni límites (ni Dios, ni hombre); creía que todo es movimiento, dinamismo.
Nikokai Roerich en su libro “Sobre el Arte” escribió:
‘El arte unirá a la Humanidad. El arte es uno e indivisible. El arte tiene muchas ramas y una sola raíz… Cada uno percibe la verdad de la belleza. En la belleza estamos unidos, por la belleza oramos, con la belleza conquistaremos. Para todos deben ser accesibles y abiertas las puertas de la fuente sagrada. La luz del arte iluminará los innumerables corazones con un amor nuevo. En un principio, este sentido será imperceptible, pero más tarde este sentido limpiará toda la conciencia humana. Cuántos corazones jóvenes están buscando algo bello y auténtico. Dádselo, pues. Dadle el arte al pueblo, que el arte le pertenece.'
Nikolai Roerich , nació el 9/10/1874 en San Petersburgo y murió el 13/12/1947 en India (Kulu, Himachal – Pradesh) su principal característica fue la de representar a través de su obra, la belleza y la luz espiritual, reflejo de la doctrina que sustentaba, pregonando siempre que la paz es fruto de la educación de las personas y de la Hermandad creada por la belleza en todos los aspectos de la vida.
Desde muy temprana edad estuvo vinculado a diferentes manifestaciones artísticas, la profesión de su padre, quien fuera abogado-notario, le facilitó el contacto con personalidades destacadas en las diferentes ramas del arte , incluyendo la arqueología, la cual descubrió siendo muy niño ejerciendo sobre él una gran fascinación, motivándolo a practicarla durante toda su vida, cada vez que se le presentaba la ocasión.
A los dieciséis años decidió estudiar en la Academia de Bellas Artes, pero para obtener la aprobación paterna debió también estudiar al mismo tiempo, la carrera de Derecho en la Universidad de San Petersburgo, matriculándose en ambas instituciones en el año 1893. Recibió de este modo una instrucción ecléctica que contribuyó a la formación de su percepción holística de la vida.
Su convicción lo llevó a impulsar la enseñanza conjunta de todas las artes y oficios: pintura, música, canto, danza, teatro, dibujo artístico y técnico, cerámica… Este enfoque global que expresa en la enseñanza caracteriza toda su cosmovisión. Para él la filosofía, la ciencia y el arte , el conocimiento occidental y la sabiduría oriental, eran solo partes de un todo, dentro del cual adquirían sentido.
Entre sus múltiples actividades se cuenta la de diseñador teatral, actividad que lo mantuvo estrechamente vinculado a la música, por la que sentía gran entusiasmo. Creó diseños para la mayoría de las óperas de Wagner, autor que llamó su atención de manera particular. Con frecuencia solía relacionar la música al uso del color y a las armonías de color, aplicando esa sensación a sus diseños para la ópera. Es más, a sus pinturas se les puede aplicar adecuadamente términos y analogías musicales. Nina Selivanova, escritora contemporánea al artista, en su libro “El mundo de Roerich” (1924) escribió: ‘La fuerza original del trabajo de Roerich consiste en una simetría magistral y marcada, y un ritmo definido, como la melodía de una canción épica.'
Esta fecundación cruzada de las artes promovida por Roerich evidenció su inclinación para armonizar, unir y encontrar correspondencias entre los conflictos aparentes u opuestos en todas las áreas de la vida. Esta fue la marca distintiva de su pensar, la cual puede verse reflejada en todas las disciplinas que exploró. Constantemente buscó romper con la división en compartimientos y de hecho, su propio arte desafió la categorización, creando un universo personal único. También en sus escritos éticos puede notarse la búsqueda constante de conectar los problemas éticos con el conocimiento científico del mundo a su alrededor.
En su arte se combinan el realismo y el simbolismo . El don de Roerich fue que estas “conexiones” le parecieran naturales y que se presentaran en todas las manifestaciones de la vida. Y fue este talento para la síntesis, que a su vez admiraba en los demás y estimulaba en los jóvenes, lo que le permitió correlacionar lo subjetivo con lo objetivo, lo filosófico con lo científico, la sabiduría oriental con el conocimiento occidental y construir puentes de entendimiento entre estas contradicciones aparentes. Nos recordó que a menudo estas contradicciones son el resultado de la ignorancia del hombre y que una conciencia desarrollada conduciría al reconocimiento eventual de lo ilusorio, o de la relatividad de las cosas. Sus pinturas hablan al observador que está armonizado con el significado implícito que ellas contienen, lo que explica los sentimientos trascendentales que algunos observadores experimentan ante sus cuadros.
Sus vívidas pinturas representan en forma alegórica y simbólica la vida espiritual; a través de ellas expresa mucho más que lo que alguna vez haya podido manifestar hablando o escribiendo. Observándolas se puede ver que pasa de lo cotidiano al campo que está más allá de lo ordinario, para lograr su expresión personal. Por ejemplo, en uno de sus cuadros se pintó a sí mismo, a su hijo George y a su esposa parados detrás de tres maestros, que portan la luz de la enseñanza en Shambala.
En ‘El Tesoro de las Montañas' hay representada una reunión en una caverna de cristal, donde entre los maestros está su esposa. Se ha dicho que en estas pinturas están registrados sucesos acaecidos en sus viajes a los Himalayas.
El tesoro oculto en las montañas o en el agua, característica de muchas de sus pinturas, simboliza la búsqueda, en lugares altos, de la verdad que se encuentra oculta en el alma – o también simboliza la manera en como buscamos ese tesoro en la profundidad de nuestras emociones, la corriente o flujo de Amor, que es el tesoro oculto de las emociones.
A menudo, el foco de sus pinturas está en una gema – el tesoro o gema del alma, que está oculto dentro de uno mismo.
En ‘El Sendero' la figura de Cristo muestra el camino a lo largo de un sendero tortuoso a través de los riscos y picos de los Himalayas, metáfora que representa la azarosa jornada del buscador espiritual.
Se ha dicho que la visión del mundo espiritual de Roerich expresada en sus pinturas, está cargada con una fuerza mágica y mística que afecta profundamente al observador con un sentimiento especial, reflejo de las energías del mundo espiritual.
Durante su vida Roerich estuvo acompañado por Helena, su esposa, a quien conoció poco después de graduarse. Era hija de un arquitecto y sobrina del compositor Mussorgsky, por lo que también estuvo relacionada muy tempranamente al mundo de las artes. Fue una persona dotada de habilidades poco comunes, pianista talentosa y autora de varios libros, incluyendo una traducción al ruso de la “Doctrina Secreta” obra máxima de Helena Petrovna Blavatsky, uno de los fundadores de la Sociedad Teosófica y en cuya sede internacional, en India, se exhibe el hermoso cuadro de Roerich, titulado “El Mensajero” , obsequio del propio autor.
La familia Roerich, protagonista de numerosos viajes, dondequiera que fuera, reforzaba su creencia en el bien, esencia de la vida y en la espiritualidad del hombre. La serie compuesta de diecinueve cuadros, llamada “Estandartes de Oriente”, donde están representados los maestros religiosos del mundo, Moisés, Jesús, Mahoma, Buda, Confucio y los santos y sabios indios y cristianos, es testimonio de su esfuerzo por mostrar la unidad en el campo espiritual y las raíces comunes de la fe humana.
Nikolai Roerich fue un gran intuitivo, presintió los grandes conflictos que lamentablemente se dieron a nivel mundial en su época. Expresó en imágenes simbólicas sus presentimientos alarmantes, representando la lucha de dos principios: la luz y la oscuridad – tema que resalta en toda su obra, al igual que el tema de la responsabilidad del individuo por su destino y por el de todo el mundo. Como señalamos al comienzo, el gran mensaje de su obra fue un llamamiento a la humanidad para que las personas vivan con amor.
Como dato final y curioso, citamos la relación de Roerich con la imagen que presenta el billete de un dólar americano en el lado izquierdo de su cara posterior, allí hay una pirámide con un “ojo”. Este símbolo proviene del Gran Sello de los Estados Unidos diseñado en 1782 por Charles Thompson, en el cual queda estampada la relación que muchos de los padres fundadores americanos tuvieron con la Masonería ; institución que con frecuencia se asocia a la Gran Pirámide. En 1934 el Secretario de Agricultura Henry Wallace convenció al Secretario del Tesoro Henry Morgenthau de colocar esta imagen en el billete de un dólar, tal como aparece desde 1935. Lo que el Secretario del Tesoro no sabía en ese momento, es que Wallace hizo su sugerencia por requerimiento de su maestro Nikolai Roerich, para quien el ojo representaba la mirada de los Maestros, o seres altamente desarrollados que guían los actos y la evolución espiritual de la humanidad.
Se recomienda la película que lleva el título: ‘ Nikolai Roerich Mensajero de la Belleza ' , pues las pinturas allí seleccionadas nos dan la oportunidad de entrar en contacto con el mundo interno de este magnífico artista – con su búsqueda de lo trascendente dentro del espacio de los colores.
H.R. (MSTU)